Día 8
En este viaje lo hicimos un grupo de cuatro personas,
Irene, Melani, Carlos y un servidor.
Aterrizamos a las 18:30 (hora local),
pasamos el control de pasaportes e hicimos el cambio de moneda allí mismo. Al
salir del aeropuerto, cogimos un taxi, el precio oficial es de 20 €, pero si
regateas lo puedes sacar por menos dinero; nosotros conseguimos llegar a la
entrada de la Medina por 13 €. Es importante pactar el precio antes de subirse. El taxi suelen
ser un vehículo viejo y destartalado,
aquí no pasaría la ITV ninguno. La conducción es caótica, no
me extraña que Marruecos sea el tercer país del mundo con más accidentes de
tráfico.
Cuando llegamos a la Medina ya había oscurecido, por lo que decidimos
coger un guía, pero nos juntamos como por arte de magia, se acopló uno más. Nos
llevaron a cenar a un restaurante, que supongo seria de algún amigo o familiar.
Nos esperaron y luego nos acompañaron al Riad Doha, que es donde se alojaban
Melani e Irene, y después al Dar Lalla
Kenza. Tuvimos una pequeña disputa por no haber pactado el precio del servicio
al inicio, pero al final todo se arregló y no pasó nada, quedó solo en anécdota.
Del Riad resaltar la amabilidad y atención de Omar, el
recepcionista. Mi habitación era
pequeñísima más que un cuarto, parecía
un zulo. Pero las zonas comunes eran agradables.
Día 9
Por
la mañana en el desayuno, conocimos a
Yolanda y Cristian (de Gandía), llegaron el mismo día que nosotros, aunque en
otro vuelo.
Nos juntamos todos y salimos los seis a “explorar”
la Medina. Visitamos la famosa Tenería Chouara, aunque estaba en obras, porque la Unesco la declaró patrimonio de la humanidad y dio dinero para
su restauración. Como curiosidad, al entrar te dan una ramita de hierbabuena
para no notar el fuerte hedor de sus aguas putrefactas que son necesarias para poder curtir las pieles. Suelen utilizar excrementos
de paloma para pudrir el agua.
Al salir nos dirigimos a una herboristería
museo que había en la misma calle, allí nos enseñaron productos tradicionales
que hacen en Marruecos como perfumes, jabones, hierbas medicinales etc.
Sin perder tiempo, anduvimos por las callejuelas de la Medina, Fes el Bali es la isla peatonal más
grande del mundo, tiene más de 900 calles. Cualquier cosa que se debe transportar
por ahí, se lleva en un carrito empujado
a mano o en burro. Las calles son muy estrechas
y con desniveles por lo que es imposible
el paso de automóviles. Todo lo que es Fes el Bali parece de otra época, el
caos, la desorganización del trafico, los puestos de comida en la calle, las paraditas
carro donde venden verduras, los carritos llenos de naranjas.... en
definitiva un viaje al pasado.
Cuando se hizo la hora de comer, fuimos a un restaurante
cercano a los riads. Curiosamente
tenían tres tipos de cartas, con distintos precios según si eres turista o no.
Pedimos platos típicos (como el Cous cous, trajín de cordero, pastilla) todo
estaba delicioso y económico. Nos atendió Mustafá, un anciano muy simpático y
atento, con mucho sentido del humor. Después de comer, nos fuimos a tomar café
y té a un bar de la calle principal.
Regresamos al
Riad antes de la puesta de sol, ya que queríamos oír la oración de las mezquitas.
Justo cuando se pone el sol se activan los
altavoces. Este cantico se hace cinco veces al día, el primero de la mañana
coincide con el alba, a todos nos despertaba de madrugada. Para acabar el día,
cenamos en el riad donde bocadillos.
Día 10
Este día decidimos contratar una excursión con guía para ver el exterior de la medina. Abdul nos
presentó a Azdine Mouharrir que sería el guía que nos llevaría con la furgoneta
a los seis. Visitamos el castillo del Norte,
varios cementerios, y nos mostro todo Fes el Bali desde fuera y su
historia. En la ruta incluimos la visita a ver la fábrica de mosaicos, Artgile.
Como curiosidad, destacar que la
arcilla que usan es característica de la zona y no es rojiza, sino gris, según
nos explicaron es único. En esa empresa se trabaja de forma tradicional, como
antes. El torno se mueve con el pié, los artesanos cortan los mosaicos a mano, únicamente
valiéndose de un martillo y se pasan horas sentados en el suelo cortando y
cortando pedazos de mosaico con los que más
tarde los pegarán con cemento creando preciosos dibujos.
Una vez acabada la ruta turística le pedimos
a Azdine que nos dejase en la puerta azul que es la entrada más emblemática de
Fes el Bali. Allí comimos y volvimos a Riad adentrándonos y cruzando la Medina.
Como es bastante complicada la orientación, nos perdimos y salimos en otra
parte, por lo que tuvimos que coger un
transporte para que nos llevase a la plaza Rcif, no sin antes haber paseado por
las incasables callejuelas de ese inmenso zoco, vimos infinidad de tiendas de
todo tipo a derecha e izquierda, de ropa, de pastas, bolsos, abalorios etc.
Como ya
llegaba el ocaso nos apresuramos para llegar al Riad pronto para volver a
escuchar la oración desde la azotea. Luego salimos a cenar al restaurante dónde
habíamos comido el día anterior.
Día 11
Este día teníamos
también otra excursión, esta vez pasaríamos fuera todo el día. Sobre las 9
horas vino a recogernos Mustafá, el guía. En primer lugar nos dirigimos a
Ifrane, un precioso pueblo tipo europeo que estaba situado en el Atlas Medio.
Se trata de una población bastante importante, ya que allí se encuentra un
centro de entrenamiento de deportistas profesionales de Marruecos. También se
encuentra la importante universidad Al Akhawayn University. Hacía mucho frio y
aun quedaba algo de nieve de la importante nevada de la semana anterior.
Paramos unos 30 minutos para dar un paseo, la verdad es que no había demasiado
que ver; a parte de una bonita plaza
central con una fuente y una estatua de un león. Llama la atención que las casa
son de techos muy inclinados al estilo europeo, no parecía que estuviéramos en Marruecos. Después continuamos el camino
hacia el bosque a ver los monos, pero
antes paramos en un mirador para contemplar las vistas del Atlas Medio. Como había
algunas cabañas con suvenires decidimos realizar algunas compras y después continuamos
el camino hacia el bosque. Al llegar me llamó la atención que los monos acampaban a sus anchas por el
terreno parcialmente nevado. Eran animales dóciles, comían de la mano, pero no se dejaban tocar ya que se asustaban y huían.
Disfrutamos alimentándolos con trozos de plátanos
y cacahuetes (1 bolsa costaba 5 dírhams que equivalía a unos 50 céntimos de
Euro). También habían caballos, por 20 Dm, unos 2€ te paseaban unos 5 min con
el cuidador a pie al lado sujetando el caballo. Carlos, el más intrépido del
grupo, se atrevió a montarlo solo e incluso lo hizo trotar.
Allí estuvimos alrededor de una hora y después
comimos en Azrou. Este pueblo, era pequeño pero pasamos por un camping con una
bonita entrada, y muy cerca había una mezquita
así que, Mustafá nos pidió si podía ir a rezar, mientras nosotros
hacíamos fotos en el camping y alrededores.
Fotografié a unos niños muy simpáticos,
al principio por timidez no se atrevían a posar, pero al preguntarles si querian que les hiciese una foto, aceptaron de inmediato.
Cada
foto que les hacia se la enseñaba, ellos se reían al verse en la pantalla de la
cámara digital y querían mas, fue un momento especial y el resultado
espectacular. Regresé a la furgoneta y cuando estuvimos todos, nos fuimos a comer
a un bar/restaurante.
Después de comer nos dirigimos a un lago
bastante grande, aunque no tenía mucho de especial, tome fotos, dimos un paseo y nos acercamos al
precioso pueblo de Bhalil. Es un pueblo conocido por sus casas cueva.
Fuimos a
visitar una, y al llegar, Mohamed, el anfitrión ya nos estaba esperando en la
entrada del pueblo, junto al arco o puerta de entrada. Lo acompañamos andando hasta
su casa, muy humilde por cierto, y nos ofreció con simpatía un excelente té.
Estuvimos hablando con él un rato y después nos dirigimos hasta una cascada
cercana, que era el lugar de veraneo de la gente del pueblo.
Después
finalizamos la excursión una vez en Fez, cenamos algo en el Riad, y como despedida, ya
que al día siguiente tocaba regresar a Barcelona, nos tomamos una Shisha.
Día 12
El último día desayunamos todos juntos sobre
las 9 de la mañana. Mustafá vino a recoger a Yolanda y Cristian para llevarlos
al aeropuerto, y quedamos con él para que también nos llevase por la tarde. Hicimos
una última salida al mercado de la medina, donde están todas las paradas de
alimentación, carne, pescado, verduras... Nos llamo mucho la atención que en las pescaderías no usaran hielo para
conservar el pescado. Todas las paradas eran muy pequeñas, pudimos ver a un
hombre limpiar pescado junto a una parada, sentado en el suelo en pleno paso.
Lo que más me impacto fue una parada de carne de camello, habían colgado la cabeza cortada de un camello como
rotulo publicitario, realmente impactaba, es como un viaje a la edad media en
muchos sentidos. En la medina puedes ver todos los oficios, ordenados por
zonas, la zona de los peleteros, artesanos del cobre, tejidos, etc.
Alrededor de la
una, fuimos a comer al restaurante de siempre en la plaza Rcif, al salir nos
despedimos del camarero que nos había atendido durante la estancia en Fez
siempre tan atento, tan amable y simpático. Nos dirigimos al hotel, recogimos
las maletas y esperamos a Mustafá. Sobre las 16.30 nos dirigimos al aeropuerto.
Allí volvimos a hacer el cambio de moneda, pasamos la revisión de los
pasaportes y embarcamos de regreso a Barcelona.